
MINISTERIO CRISTIANO LA LUZ DEL MUNDO - USHUAIA, TIERRA DEL FUEGO, ARGENTINA
Apreta aca y escucha BUENA MUSICA!
El obrar de Dios en nuestras vidas
Georgina, 28 años. Mi nombre es Georgina, y hace 5 años que elegí seguir el camino del Señor, aunque Dios me eligió a mi primero. Mi vida anterior sin El fue vacía, en todo ese tiempo sentía que algo me faltaba y Dios hizo que yo llegara a sus pies haciéndome pasar por muchos desiertos, luego de hastiarme de mi propio camino, y entender que nada por mi cuenta iba a lograr, sin la ayuda de Dios. En toda mi vida supe de la existencia de Dios, desde niña sabía que tenía una protección y me dormía haciendo rezos y oraciones para pedirle a El que me guarde cada noche, en El estaba confiada cuando me sobrevenían los miedos comunes a los niños, la oscuridad y la presencia de seres malignos los cuales también de pequeña sentí. Mi familia venia de descendencia italiana y española, con creencia en Dios y de tradición al catolicismo, y aunque mis padres no lo practicaban (en cuanto al asistir a misa los domingos y fiestas como las pascuas o navidad) siempre nos hablaban de la existencia de Dios, de ser buenos, no hacer daño a nadie, portarse bien, para ellos en eso consistía la salvación, y al querer darnos esa enseñanza nos mandaron tanto a mis hermanos como a mí (soy la menor de tres hermanos) a clases de catequesis, siendo así que conocí una parte de la biblia, y tome la primera comunión. Mi fe en esos tiempos fue muy fuerte, aunque no entendía ciertas cosas que se me enseñaban sobre algunas tradiciones del catolicismo, comparándolas con lo que yo ya conocía de la biblia. Lo deje pasar. En los años siguientes de mi vida fue más difícil, el traspaso de la niñez a la preadolescencia, y adolescencia, cambio mi modo de ver la fe porque me sentía defraudada de Dios en muchas ocasiones que recurría a Él y sentía que no me respondía, ni a mis inquietudes ni a lo que yo precisaba en esos momentos. Esta etapa fue dura porque mis padres trabajaban mucho, sentimos la ausencia mis hermanos y yo, y ellos a su vez no supieron en ese momento como comunicarse con nosotros, conmigo al menos, en cuanto a los problemas que se dan en esa edad difícil, sobre amistades, amores, y todo lo que suele pasar en esa etapa. Mi rebeldía y mi enojo crecían contra Dios y contra mi familia principalmente, refugiándome en las amistades que el mundo me brindaba, con aquellas características que yo quise experimentar, la rebelión a los padres en algunos casos, o simplemente la desobediencia a ellos a escondidas, los cambios de imagen y de pensamiento por ciertas corrientes musicales que escuchaba e incorporaba, buscando modelos de vida a seguir, creyendo que así confirmaba mi carácter y mi personalidad, cosa que uno busca forjar en ese momento de la vida, basándome en historias parecidas de personas que se sentían abandonadas e incomprendidas y lo desahogaban en su rebelión contra el mundo y el sistema a través de la música y distintas formas de vestir, de actuar, todas apoyándose en la rebelión, la independencia, etc. Nunca deje de creer que Dios existía e incluso recurría a Él en ciertas ocasiones, a veces me daba paz, a veces sentía que era lo mismo y seguía alejándome más, porque el mundo me ofrecía cosas más “entretenidas” que pasar tiempo en oración. La incomprensión de la religión natural que poseía (catolicismo) me llevo también a descreer en sacerdotes y confesionarios, de alguna manera siempre supe que el modo de llegar a Dios era personal, no que había que tratar con otra persona para que la misma se comunicara con Dios o nos impusiera algún castigo “sacrificio” de repetidos rezos, lo cual nos haría ganar el perdón. Absorbí de mi madre que Dios nos escuchaba a todos, y sentía que el regalo de su gracia (aunque no lo sabía con estas palabras) no era con imposición de castigos sino con arrepentimiento y cambio de actitud, siempre supe dentro mío que esto funcionaba así. En mi adolescencia sufrí mucho de esta ausencia de mis padres, pero no lo admitía y me desahogaba de otras maneras, me refugie en vicios como el cigarrillo, el alcohol, las salidas, la sensualidad, inclusive llegue a ingerir marihuana cuando algunos conocidos la tenían, para probarme a mi misma de mi rebelión y desobediencia, y buscando también la salida al malestar diario que llevaba de decepciones, no solo familiares, sino también amorosas, porque con toda mi rebelión, siempre fui muy necesitada de afecto y muy enamoradiza, y no correspondida en la mayoría de los casos, o con historias imposibles que me llevaron a cometer locuras (hasta el grado de salirme de mi casa sin mis padres conocer el paradero por varios días); cargaba con una mochila de decepción, arrastrando conmigo el desanimo, la depresión, el odio, la ira y la rebelión que ya me quedaba pesado para llevar sola. Fue así que llegue al a juventud, y de a poco Dios me fue encontrando en su búsqueda, cada vez que yo me veía imposibilitada en hacer algo mas desde mi humanidad, para revertir cualquier situación mala. Mis acercamientos a Dios sin embargo eran inconstantes, iba y venía una y otra vez, pero a cada repetición fallida, entendía cada vez más fuerte que El era el Único camino, y el mejor camino, para yo lograr la felicidad, la paz, la calma, y resolver todas las situaciones de mi vida. Sin embargo no tenía aun las herramientas para conocer al verdadero Dios, a Aquel que nos ama incondicionalmente y que no nos pide sacrificios, sino tiempo con Él y para El y que le dejemos nuestras cosas en Sus manos para que El según su perfecta voluntad actúe, y comprender que El siempre tiene lo mejor, aunque no nos parezca por un breve tiempo. Fue así que nuevamente caí en los brazos de un hombre, creyendo justamente que ese hombre remplazaba a Dios y fue allí que me equivoque más que nunca, por lo cual Dios me hizo conocer mi equivocación cuando llevado un tiempo esta relación, fui engañada y traicionada, luego de haber dejado mucho de lado por proseguir en ella. Mi sufrimiento fue tan fuerte aquella vez que no quería levantarme de la cama ni seguir adelante en nada, era como si se hubiera apagado la luz de mi vida, y todo estaba en oscuridad, nada tenía sentido y ahí estaba yo sufriendo una vez más con mil cosas hechas en vano y habiendo dado amor que fue no valorado y tenido en nada, lo cual destrozo mi corazón. Pero en esos días de depresión y angustia comencé a buscar una salida a tanto dolor…y con mucha resistencia finalmente llegue a elevar mis lágrimas y mi sentir a Dios, desde mi habitación, pidiéndole que me saque todo ese malestar que no me dejaba ni comer, ni concentrarme en nada de lo que me propusiera, sin sentirme desprotegida y desahuciada. Dios respondió mi oración porque empecé a sentirme mejor, y en paz, luego de reconocer mi egoísmo, mi orgullo, y cuanto había herido a mis seres queridos con mis caprichos y errores. Desde el perdón, a Dios, a mi familia, y luego a mí misma, comencé a ver el sol. Dios se convirtió en mi Amigo de todos los días, Jesús era mi amigo fiel y solo Él podía darme lo que yo necesitaba, empecé a sentir el gozo de estar en Su presencia, cada vez que me acercaba a su trono en oración; gozo, y descanso el dio, a mi corazón cansado de tanto luchar con sus propias fuerzas, le deje mis luchas a Él, y espere viviendo confiada en lo que El tuviera para mí. Era impresionante como Dios me contestaba y me hacía saber cómo iba por el buen camino, primero con el bienestar a mi corazón, con el perdón de mi familia por tantos años de rebeldía (yo pude perdonarlos también por mis sentimientos anteriores), luego con un trabajo, el cual hace rato buscaba y necesitaba, y luego cumpliéndome mi sueño de venir al Sur donde actualmente vivo (Ushuaia) y dándose a conocer cada vez más ante mí, a través de personas que me citaban versículos bíblicos desconocidos para mi hasta ese momento y que fueron de gran ayuda para responder muchas cosas a mi vida, fue así que conocí de Su amor conmigo y en una simple oración reconocí a Jesús como mi Señor, dueño de mi vida, mi Salvador, mi Libertador, aceptándolo e invitándolo a vivir en mi corazón. Es indescriptible la sensación que tuve en ese momento pero supe que El vivía en mí. Jesús siguió y sigue su obra en mi vida, el me dio un buen trabajo, un esposo prudente y amoroso, hermanos en la fe que me ayudaron a mi crecimiento espiritual, y que compartimos juntos hoy la belleza de gozarnos en El, en medio de la adoración y la alabanza a Dios, como a Él le gusta, “LOS HERMANOS JUNTOS, EN ARMONÍA (Salmo 133:1), recibiendo la enseñanza que solo está en Su palabra, escrita por hombres inspirados por el ESPÍRITU SANTO de Dios (2 Timoteo 3:16). Hoy sirvo a Jesús en todos los aspectos de mi vida, predicando el amor de Dios a todas las personas, de Su salvación, de Su poder, de Su paz, que nadie puede darla eternamente, sino El. Sirvo de palabra y de acción, como El enseño, y espero cada día poder hacer más cosas con el tiempo que El me da. Mi servicio lo doy no solo en la calle y en mi vida cotidiana, sino también adentro de una iglesia, cantando en el servicio de adoración y enseñando a los más jóvenes en cada oportunidad, así como el Señor me enseño a mí. Deseo que todos puedan conocer al Dios de poder que es dueño del cielo y de la tierra, a los que quieran conocerlo de verdad, oren para que El se les presente, prueben el amor y la providencia de Dios y El los va a llevar por los caminos que deben andar. Confíen y llénense de gozo por la esperanza que hay en sus corazones, confíen a pesar de las pruebas, y dejen sus estructuras para ver que tiene Dios para mostrarles, El tiene cosas nuevas. Que Dios los bendiga a todos.